Y la experiencia llega a su fin...
¡De vuelta a casa!
19 de diciembre: Berlin -Madrid (07.25-10.50h) - por EasyJet.
21 de diciembre: Madrid - LPA (12.50-14.50h) - por Ryanair.

10 de diciembre de 2012

Fuerte Despedida...

Poco a poco vamos cerrando el ciclo. Y, como no, para cerrar un año en condiciones hay que hacer ¡una fiesta de despedida! Aprovechar la ocasión para decir adiós a todas esas personas que durante todo un año me han acompañado, ayudado, escuchado, que me han seguido, que me han llamado constantemente, que me han levantado el ánimo, que me han hecho reir, en definitiva, todos aquellos que me han brindado su amistad y me han abierto su corazón. Y, la verdad, es un momento increíble, un chute de felicidad el ver a todos tus amigos a ¡juntos!.

Al final conseguí un sitio super chulo, a dos minutos de reloj de mi casa. Que me dejó llevar a mi la comida y me reservó una sala sólo para mi: Film Kunst Bar. Un bar-videoclub oscuro y cutre de Kreuzberg, pero lleno de encanto y sabor, a la vez. Un lugar que estuvo en boca de todos durante toda la noche.

A partir de las ocho cité a todo el mundo, pero como siempre intento estirarlo de alguna manera, invité a los canarios primero a casa para tomar unas birras mientras me ayudaban a preparar la comida: tortilla, sandwiches... comida de cumpleaños, vamos. Así que la pre-fiesta empezaba en casa a las cuatro de la tarde. Calentando motores para ¡¡quemar Berlín!! 

Los españoles: Roberto, Jose, Moneiba, Sira, Ricard y Daniel.
Con Axel y Franzi.
Gina e Ingo.
Con mis compañeras de piso: Domi y Jule.
Con Sara y Sira.
David y un amigo suyo.
Así entre pincho de tortilla, cerveza y tiramisú, me voy cambiando de sillón, para hablar con uno y con otro. La risa de Domi se oye en el sillón del fondo. David recién llegado se quita el abrigo y saluda. Ingo va a por una cerveza. Se oye a Roberto y Jose diciendo alguna burrada en canario profundo. Sira y Ricard se intercambian unas cuantas palabras en catalán. Axel se enciende un cigarro. Franzi coge una aceituna. Se va Julia pero llega Sara. Se oye a Jule hablando alemán con Moneiba, que asiente sin entender mucho lo que le dicen. El flash de la cámara ilumina la sala, una foto de Philip y Axel. Voy con Franzi y Gina al baño a ver la lo nuevo que se ha hecho Gina en su tatuaje, que ocupa toda su espalda. El amigo de David enciende una bengala y bromea con Jule. Alby llega del curro. Mone recibe una llamada: "Ele, que Pamela no viene". "¿De qué conoces al del pullover?". ¿Alguien quiere lentejas?
 
- "¿Y por qué te vas?", me pregunta Sira.
- "Bueno, ¡todavía me puedo arrepentir!"
- "Eso, mañana haces la fiesta del cambio de opinión", continúa Sara.

- "Tienes que decir unas palabras".
- "No, cada uno de ustedes me tiene que decir algo".
- "Yo sólo te diría que si te vas, será para mejor", responde Ricard.
 
Uno se levanta y enseguida alguien le quita el asiento, y así, hora tras hora, los sitios se van cambiando, y las parejas se van intercambiando, y se oyen mezclas entre español y alemán. Mientras de fondo, suena desde una cumbia hasta una canción rock.

¿Cambiamos de lugar? Venga, vamos a "la judía dorada".

Cual equipo de fútbol, salimos con ganas de mover el esqueleto bajo la música electro del antro que nos espera a un par de manzanas. Los cambios siempre son complicados, y por eso, algunos se pierden por el camino. Por un momento me siento como pastor en busca de sus ovejas, buscando donde quedaron los rezagados e intentando juntar nuevamente a todo el rebaño. Pero es imposible. Unos se despojan de los abrigos lo más rápido posible y saltan a la pista de baila. Otros salen despavoridos a la zona de las mesas para sentarse tranquilamente. Algunos deambulan entre los asentados y los eléctricos. Otros se van agobiados por el apretujamiento del lugar o cansados. Y algún otro rezagado, que ha tenido que trabajar, recién llega. 

Las horas siguen corriendo, y poco a poco, el grupo se ha ido reduciendo. Ya sólo quedamos los de la pista de baile. Es cierto que el sitio es un poco agobio, pero ¡la música está genial! Me fundo en la música, "chun-chun-chun!" con las manos en alto, con los ojos cerrados o abiertos, mientras me río con alguien o en silencio, mientras bebo un buche de cerveza.

Y de pronto...

- "¿Estás bien?"
- "Sí"
- "¿Seguro?"
- "Sí, ¿por qué?"
- "Joder, me acaba de llegar un mensaje de Ricard que le llame por favor, que es una urgencia. Salí para llamarle pero no me lo coge. Y me he rallado...".
- "... pues no sé... La verdad que es raro..."
- "A lo mejor es que se les olvidó el abrigo".
- "Pero en ese caso te lo hubiera escrito, ¿no? Jolín me has pasado la pelota...
- "Espera que me está llamando de nuevo, ¡ahora vengo!".

Sigo moviéndome al ritmo de la música, hasta que de pronto, veo de nuevo a Alby, con un gesto amargo en el rostro que me indica que nada bueno ha pasado...

- "¿Y? ¿Conseguiste hablar con ellos? ¿Qué pasó?"
- "Sí... Una movida... ... ... Que salieron del bar, y dos tíos les metieron una paliza y le robaron el bolso a Sira. Ahora están en la comisaría declarando. La cosa es que les robaron las llaves y no pueden entrar en la casa. Así que tienen que llamar a un cerrajero para que les rompa la cerradura y no tienen un duro porque, claro está, también les robaron las tarjetas, ¿quién me acompaña?".

Como pueden cambiar  las cosas tan rápido y tan drásticamente. En un segundo te estás partiendo de risa, bailando y tomando un trago. Y al otro, te encuentras en el banco sacando dinero y cogiendo un taxi lo más rápido posible, con la duda y el miedo de no saber en qué "estado" te vas a encontrar a tus colegas. Nos preguntamos cómo habrá pasado y repetimos por qué le ha tenido que pasar precisamente a ellos, una pareja de lo más tranquila.

Llegamos, y escuchamos como Ricard nos cuenta lo qué ha pasado en una nebulosa de palabras afectadas por el shock del momento, y mientras emite quejidos cada vez que hace algún movimiento, porque le han molido a patadas.

Salieron del bar, iban de camino al metro, y unos tíos empezaron a meterse con ellos (de palabra). Continúan andando. Pero los tipos, que tienen ganas de fiesta le meten las manos en los bolsillos. Ricard les dice que le dejen tranquilo. Y, sin saber cómo, puñetazo en la cara, las gafas salen despedidas. Se intenta defender pero con el hielo, se resbalan al suelo. Aunque su cabeza intenta buscar una salida, ahora está tirado en el suelo, protegiéndose la cabeza con los brazos mientras el tipo no para de pegarle patadas donde le pille: en la espalda, en la cabeza...

Sira, por su parte, también ha recibido un puñetazo que le ha roto un diente (gracias a dios, sólo una esquina que apenas se le nota) y está empotrada contra la pared, mientras forcejea y ve como machacan a Ricard.

Gracias a dios es una calle concurrida, y gente de los alrededores, al escuchar sus gritos, se acerca. Los insanos, jalan del bolso y salen corriendo.

Unos segundos... Sólo unos segundos que desencadenarán horas y días de papeleo, desembolso de dinero, molimientos y a saber qué miedos... Pero, sobre todo, impotencia y rabia.

Después de una hora, Sira sale de dar declaración.

"Eran turcos, uno era alto y otro bajo. ¿La cara? yo de las caras la verdad no me acuerdo, lo único que recuerdo era la bota del cabrón ese, que me la vi venir un par de veces. Y justo hoy le decía yo a mis alumnos lo segura que me siento en Berlín y lo segura que es la ciudad. Me cuesta respirar... Es una situación más rara... no sé ni cómo empezó... te ves ahí... Yo de pronto vi que Ricard no tenía gafas, y me puse a buscar las gafas como una loca ¡dónde están las gafas! menos mal que no se rompieron. La gente nos llamó a la ambulancia y a la policía. Muchas gracias por venir, sino no sé que hubiera sido de nosotros. El tipo de la ambulancia me dijo que si empezaba a ver doble o me entraban ganas de vomitar que fuera enseguida al médico. Yo estaba en el suelo y mi cabeza no paraba de pensar, cómo hacer para defenderme, para pegarle al tipo, pero no podía hacer nada... No te debiste dar la vuelta... El que vino a por mi era más gordito y un poco más alto que yo..."

Todos son flashes y un batiburrillo de imágenes y sensaciones. Sin embargo, y a pesar de todo, todavía queda mucha noche por delante.

Hay que desactivar las tarjetas, pero tenemos problema con los móviles. Uno no tiene carga, otro no tiene saldo y el mío tiene problema con la señal. Llegamos a casa y está la policía pero no el cerrajero. La policía se va y nos quedamos esperando al cerrajero. Seguimos dándole vueltas a las cosas y, de pronto, cuatro coches de policía. Se bajan los polis serios y veloces, con la mano agarrando las pistolas enganchadas a sus cinturones.

- "Buenas noches. Ha habido un robo en el patio interior. ¿Han visto a un tipo con chaqueta blanca? ¿no? Y por cierto, ¿qué hacen aquí, de dónde vienen si se puede saber?".
- "Pues es que nos han robado el bolso y estamos esperando al cerrajero para que nos rompa la puerta..."
- "¿Pero han llamado ustedes a la policía?"
- "No, pero nos han robado..."
- "Nosotros venimos a otra cosa. Ahora nos ocupamos de ustedes".

Y se esfuma. A los dos minutos, todos los coches han desaparecidos. ¿Y? Me quedo rumiando... ¿Cómo puede ser que hayan robado en una casa, que les hayamos dicho que nos han robado el bolso -donde están las llaves de la casa- y que ni siquiera nos pregunten el piso donde viven Sira y Ricard? La mosca no se me irá de la oreja hasta que el cerrajero no perfore escandalosamente la cerradura y vea que todo está en orden. ¡Lo que nos hubiera faltado!

Mientras el chico cambia la cerradura y nos cobra 300 pavos por el servicio (¡95% más caro por ser fin de semana!), cancelamos las tarjetas españolas, las tarjetas alemanas, bloqueamos los teléfonos y preparamos un té para calentar un poco la noche, que hace ya un buen rato que nos ha helado a todos hasta la médula.

"Cuanta maldad hay en el mundo, ¿no?. ¿Qué vida tendrán esa gente? Yo creo que no nos querían robar... No me puedo mover. Yo fíjate, no les tengo ni rabia a los tipos esos, sólo estoy molido, pero no les tengo rabia, más bien me dan pena. Pues yo sí tuviera un palo, si que les daba un buena hostia. ¡Madre mía! qué Navidades vamos a tener... Lo que no nos pase a nosotros... Esta es la segunda vez que me atracan, la primera vez fue en Washington a punta de pistola, ¡qué susto! Yo los vi venir... Lo peor es la impotencia de no poder defenderte. Tómate un Ibuprofeno y mañana será otro día. Mañana no me voy a poder mover de la cama... Ahora entiendo el dicho 'estoy (molido) como si me hubieran dado una paliza".

4 comentarios:

  1. Jooooodeee, Ele! Menuda despedida, pobre! No te queda más remedio que hacer una segunda despedida para olvidar la primera! (eso o en tu fiesta de bienvenida arreamos a dos turcos para igualar las cosas, lo que prefieras! ;-)
    PD: A Franzi no le pasó nada, verdad? que voy para allá y parto piernas!!

    Un beso!

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  2. Me encanta la primera parte del post, que bueno es poder contar con los amigos.... Lo malo es la segunda parte, pero hay que estar a las duras y a las maduras
    Da mucha rabia la impotencia del momento, pero al final lo importante es que esten bien
    Estoy con Taber, elige la opción que mas te guste 😉
    Kss y nos vemos muy pronto

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  3. Pobres tus amigos y pobre tú, que se te torció el día. Pero bueno, empezó bien el homenaje y recordarlo, seguro que lo recordarás! Y ellos a ti, que estuviste ahí ayudando en todo.

    Tb hablábamos cuando fui de lo seguro que era... Pero en todas partes pasan cosas. Por muy seguro que sea un lugar, puedes estar en el lugar y el momento inadecuados. Nunca se sabe!

    En todo caso, como siempre te digo, mejor no des papaya!

    Un besi!

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  4. jajaj!! Taber... Franzi está bien... serás! Y mis amigos también, fuimos a visitarlos ayer y mucho mejor!!

    Hey brother, ya... la segunda cara de la moneda no es tan chachi, pero that is life... Nos vemos prontito!!

    Por supuesto fea, a pesar de todo me llevo un buen recuerdo de la fiesta con mis amigos!!!

    Sí, eso mismo comentábamos todo el rato. Y José, por ejemplo, que lleva 10 años viviendo aquí dice que es sólo la segunda vez que oye que pasa algo así! osea, que Berlín es seguro, pero pueden pasar cosas así... nunca se sabe! jajaj, "¡no des papaya!" me parto con la expresión!

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