Su vida la cuenta en botellines de cerveza y cigarrillos, horas de
trabajo y horas solitarias.
Todavía su pelo no tiene ninguna cana, es jóven y, sin embargo, su
estampa en el bar podría parecer la de un viejo cansado de vivir.
Se sienta en la barra, se pide una cerveza, habla con la
camarera (con la que conversa como si fuera su amiga del alma) e intercambia
miradas entre la televisión y el infinito. Rodeado de un vaho de alcohol y
humo, cual sombra que persigue su existencia.
Bebe a tragos largos y se enciende un cigarrillo tras otro. Es de
palabras escuetas y mirada intensa. Y aunque se ríe poco, cuando lo hace, lo hace de corazón y a carcajadas.
Apenas habla de su vida privada. Pero por los flecos que deja entrever de vez
en cuando, lleva una vida nocturna. Hasta altas horas de la noche engatusado
por la historia de alguna historia filmada. Y las mañanas se las pasa arropado
por los brazos de sus sábanas, que lo mecen hasta que se hace la hora de ir a
trabajar.
Aunque desearía enormemente no tener que vivir las historias de otros ni
estar arropado por unos trapos fríos, sino por los brazos de una mujer que le
acompañe hasta el fin de sus días. Y eso lo dice él en silencio, con cada
gesto, cada mirada, cada frase...
Busca una acompañante de la vida con ansia, para romper esa barrera de soledad que invade
su pequeño mundo.
Vida nocturna segura... Alcohol y cigarros
ResponderEliminarYa estas de vuelta!!
Kss