Y la experiencia llega a su fin...
¡De vuelta a casa!
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21 de diciembre: Madrid - LPA (12.50-14.50h) - por Ryanair.

10 de octubre de 2012

Fermina Daza

Se sube al avión con el dedo metido entre las páginas del libro que está devorando. 

Lleva acompañándola durante un mes. Se lo ha llevado con ella a todas partes como su mejor aliado, incapaz de dejarlo nunca atrás por un extraño remordimiento de abandono. 

Ahora está a punto de llegar al desenlace. Ese punto conflictivo entre el placer por haber llegado al final de la historia y la pena de tener que empolvarlo en una estantería. 

Busca ansiosa su asiento, que se ha aprendido de memoria para no perder tiempo. 8F, ventana. 

Una vez acomodada se vuelve a sumerger en las últimas páginas. La pluma del escritor la tiene capturada, y la hace volar con cada giro o  palabra. Dando alas a su imaginación, pero también abriendo una brecha en su pasado. 

Por un momento, el personaje de Fermina Daza la invade, y se encuentra no en un avión -maravilloso invento- camino a París, sino en un barco de vapor subiendo el Magdalena. Achicharrada por el calor de las palabras. Fascinada por las orillas del río colombiano. Enamorada de Juvenal Urbino. Y asqueada de Fernando Ariza. Vive con pasión la historia de un amor obsesivo. Disfruta de un amor matrimonial que no es suyo, y a pesar de no haberlo vivido todavía, se ha sentido casada por un mes. Y descubre, también y por qué no, la llave a la puerta del amor senil. 

Como sacado del propio libro, un colombiano, un señor de tez morena y bonachón, se sienta a su lado y empieza a hablar con ella al darse cuenta de la lectura "castellana". Pero tras un corto intercambio lo abandona por esas últimas páginas que le esconden lo inevitable. 

Y, sin quererlo, llega a la página. La última que se despide con un último y triste párrafo que corta la hoja a la mitad. FIN. 

Sí, ha terminado el libro. Pero ella sigue con la historia en su cabeza. 

Nada entre las lágrimas nocturnas de Fermina, y encuentra las suyas propias, ahogadas en un rincón que ha creado para ellas en el corazón. 

Y sin darse cuenta sucumbe al sopor del avión y sueña que es Fermina. Y permite que ella revuelva su amor a su antojo, que despierte del letargo a su Juvenal Urbino y a su Fernando Ariza propios. Se regodea en momentos pasados, ¡felices!, pero que ya no son reales como le ha enseñado Fermina, pues como ella le susurra "¿por qué te empeñas en recordar un pasado que ya no existe?".

Y flota por unos instantes en esa línea del infinito entre el sueño y la realidad. Ese maravilloso paraíso hecho a molde de nuestro capricho. Dónde el cuerpo se relaja. Dónde la mente olvida y recuerda. Dónde volamos inertes.

De pronto despierta muerta de frío. No sabe bien dónde está ni a dónde va. Mira por la ventana y se ve envuelta por una manta de nubes. Se queda mirando sin más, embobada, dirigiendo su mirada hacia la nada blanquecina. Es así como se da cuenta que la tensión se le ha pasado, aunque todavía nota su mandíbula resentida. De pronto se despierta en paz. No sabe bien que ha soñado, pero lo que haya sido le ha limpiado la nebulosa tormentosa que la ha mantenido exasperada los últimos días. 

Fermina Daza mira de nuevo al río, y ya sólo quiere mirar hacia delante y seguir "derecho, derecho y derecho".

2 comentarios:

  1. Quien no ha estado alguna vez enganchado a un libro??

    Estas pensando escribir un libro y te pones en la piel de "tus" lectores??

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  2. Todo se andará... Bueno, es que yo tb soy lectora!

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