Bienvenidos al curso de gramática de la Volkhochschule (VHS). Las clases se imparten en un edificio antiguo precioso escondido detrás de uan entrada ajardinada que está completamente a oscuras, un aula de techos no altos, sino altísimos, con una calefacción que no llega sino para calentar las primeras palabras de la clase.
Las mesas están colocadas en "U", y la profesora va y viene entre la pizarra de tiza, que tiene puertas y se puede subier y bajar (wow!), y nosotros los alumnos, un puñado variopinto seleccionado al azar de cualquier país del mundo.
Frau X. Un personaje en toda regla. Una mezcla entre
Yolanda Graziani y Cruela de Vil. Una señora de ya unos cincuenta, diría yo, alta y con tipazo. Rubia casi blanca. Con la cara siempre maquillada, quizás en exceso, pero que le va que ni al pelo con su estilo despampanante. Embutida siempre en unos pantalones de cuero y una chaqueta de algún color que rompe con el negro de sus ropas y con abundante pelaje en ambas solapas.
Pero no son sólo sus ropas, su forma de caminar y su manera de expresarse son también peculiares. Mueve a cada rato la cabeza hacia un lado, para quitarse el pelo sin utilizar sus manos, como muestra de finura o acompañada de una muequilla de disgusto que expresa descontento sobre lo que acaba de oir. Suspira elevando la cabeza cada dos por tres, y camina entre elegante y atropelladamente.
"Egghh, mmmm!, no-no-no-no!", corrige. Incluso alguna vez hace ese chasquido de fastidio cuando alguien no entiende algo.
Y entre sustantivo, artículo y adjetivo, un chiste del que sólo se ríe ella, de una forma escandalosa y con esa risa típica que imita el sonido de un burro.
"Hola me llamo Dereck y soy irlandés!". Y en el primer día de clase suelta la siguiente lindura: "El problema de la crisis irlandesa es que los bancos alemanes y franceses quieren que se les devuelva el dinero. Cuando lo prestaron al banco irlandés sabían que toda inversión puede salir mal... ¡se corre el riesgo! Pero como ahora piden el dinero de vuelta... por eso no tenemos liquidez". Repite su idea unas cinco veces ante las miradas atónitas del resto de compañeros, ha explotado la bomba política, y algunos empiezan a hablar atropelladamente.
"¡Por favor, recuerden que estamos en una clase de gramática!". La libanesa-española es la única que siempre se atreve a parar las interesantes o, casi siempre estúpidas conversaciones (bueno, sólo he ido a dos días a clase), para encauzar nuevamente la clase.
"Es verdad, es verdad. Volvamos a la gramática", dice Cruela. "Aunque interesante visión....", y sentencia, "con que la culpa de la situación de los irlandeses es de los alemanes y franceses... ¡siempre es más fácil echar la culpa a otros! ¿Qué te parece François?"
François es francés. Y ella no para de pregnutarle ochenta mil veces cómo se dice esta u esta otra palabra en su idioma, porque resulta que la mitad de las palabras (que hemos aprendido) vienen del francés. ¡Pobre François... se le va a gastar el nombre! Él, sin embargo, prefiere no contestar al dilema y contarnos de dónde viene el agua salada pues, aunque estudio derecho, trabaja en un acuario y sabe del tema.
"Mmmm, ugghh, ¡y cómo se dice en ruso!". Yo creo que la profesora quiere aprender ruso y por eso imparte la clase....
Alfiya es rusa, bajita, feucha, lleva gafas redondas y un moño tipo abuela del siglo XV. Se le ve el cuero cabelludo porque tiene poco pelo, aun así antes de empezar la lección saca un peine para adecentar su flequillo. Va a clase, aunque no sé bien para qué, pues se la pasa hojeando su libro de gramática, buscando palabras en la traductora, hablando con Anastacia, que ahora se presenta, o espiando cada cinco minutos mis apuntes para ver lo que se ha perdido mientras ella estaba en su mundo. Y como ella va un poco a su bola no contesta a las dudas de Cruela, no importa, aunque quisiera tampoco podría porque Anastacia siempre se le adelanta...
"Hola me llamo Anastacia", y me encanta interrumpir. "Llevo 5 años viviendo en Berlín, y aunque me puedo defender creo que me hace falta aprender gramática", esta parte del discurso es similar al de todos los presentes, el rollo que sigue después, y que la profesora le tiene que cortar, no. Gruesa, media rubia, ojerosa, ruda en general, con diademas que ciñen su tirante pelo recogido en una coleta y oro en los dedos. ¿Puedo decirlo? ¡¡¡Es un puro coñazo de tía!!! Cada 7 minutos para la clase para una duda (y lo que conlleva después el monólogo de lo que entendió mal, lo que ella cree que está mejor, lo que le parece, lo que no le parece...), para contar algo gracioso (que a nadie le hace gracia...), para corregir al irlandés sobre cómo se dice algo en inglés (...ejem...), para contar su vida, para proponer algo a la profesora que no le hace caso.. Y si no para la clase, se le oye igual, porque habla constantemente en un tono murmulleantemente alto con Alfiya.
"Yo creo que es mejor no aprenderse las reglas, porque entonces después la cabeza tiene un caos..., "es que ¿sabe que me pasa?, que en mi cabeza tengo tres idiomas: armenio, ruso, inglés y ahora el alemán...", "¿podemos acabar la clase cinco minutos antes? es que yo mañana trabajo". Ese tipo de personas a las que te dan ganas de estrangular (no literal, pero casi).
Varias miradas fulminana a Anastacia. Una mirada italiana, de Milano, concretamente. No puede controlar sus caras de asco ni de atravaserala con sus ojos azules. No aguanta más. Se aburre como una ostra. Cada diez minutos bosteza y se estira (con la misma frecuencia con que Anastacia interviene, podríamos decir...). Y sino, sigue una música imaginaria con sus pies, hasta el punto que llegué a pensar: "¡¿¡quién cuernos está bailando!?!".
Después de un ejercicio sobre los artículos de las palabras (les parecerá una chorrada, pero es que no es como en español donde "a" = femenino y "o" = masculino, con excepciones... No, aquí además hay neutro y unas noventa reglas para saber qué palabra es qué), continuamos con las terminaciones del plural.
Y de pronto... "¡¡¡Éste diccionario es para quemarlo!!!", y otro español lanza su propio diccionario al otro lado de la mesa de un vuelo. "¿Artículo der? ¡Pues mi diccionario pone das! Mire, mire, mire... ¿¡¿¡¿qué hago yo con esto, entocnes?!?!?"
¿Y cómo se dicen los gentilicios en alemán? "Ich bin Spanierin", no es muy complicado ¿cierto?. Lo único que siempre digo Spanisch, del inglés spanish, pero en alemán eso es el idioma no de dónde soy. ¿Y tú? "Ich bin Venezuelanerin". Juas!! 10 minutos hasta que lo podemos decir... ¡Parece un trabalenguas! Prueben... "Ve-ne-tsue-la-ne-rrrin".
"¿Y yo?" - "mmmm, ummmm, agghhh..., tú eres un caso especial", le dice Cruela al israelita, y sigue con otro alumno. Pero él no se da por vencido, y cuando acaba la ronda con toooooda la clase, le vuelve a preguntar. Por otra parte, es su mano derecha, pues tiene un libro de gramática completito, y cada vez que ella pide un ejemmplo, él le lee una lista.
"Una pregunta", mientras levanta la mano, "wachu, wachu...". Si ya de por sí entender a un indio en inglés es difícil, ¡en alemán ni les cuento!. Bueno corrijo, no es indio es de Bangladesh (paso de decir el gentilicio), por mucho en que Anastacia se empeñe en que es indio. La cosa es que tiene buen nivel, lo que habla hiper rápido y con ese acento característico índico que no se le entiende ni papa.
"Hip-hip!, hip-hip!". Segundo día y me he sentado al lado de uan barcelonesa a la que le acaba de entrar un ataque de hipo estridente. Es dicharachera, mastica chicle con la boca abierta y no para de hablar, criticar y partirse de la mezcolanza que somos. Typical spanish. "Foto!, foto!". Queremos sacar una foto a Cruela, pero... tiene activado el flash y una luz brillante resplandece en mitad de clase pese al intento de poner el dedo delante. Consecuente ataque de risa... y al final soy yo quien consigue sacar un par de fotos.
¡Nadie dijo que una clase de gramática fuera divertida!