Y la experiencia llega a su fin...
¡De vuelta a casa!
19 de diciembre: Berlin -Madrid (07.25-10.50h) - por EasyJet.
21 de diciembre: Madrid - LPA (12.50-14.50h) - por Ryanair.

30 de noviembre de 2012

¡Libre!

Y por fín, Freiheit! ¡libre! Schluss! Cierre de una última etapa turbulenta. Ruhe!

Tras la caída de los castillos de arena en el departamento de ventas, todo ha ido cuesta abajo y sin frenos. De lunes a viernes esclavizada a hacer nada. Llegar al trabajo y preguntar día tras día si tienen algún trabajo que pueda hacer.

Le pregunto a mi compañero de departamento:
- "mmm... Yo no tengo nada para ustedes... Pregúntale al jefe de Marketing".

Y de rebote: "pregúntale a la asistente de marketing".

Le pregunto a la asistente de marketing. Y me da trabajillos que acabo en horas (que intento estirar) o en un día máximo, y al día siguiente volver a empezar de cero. "¿Alguien tiene trabajo para mi?".

Ya he buscado información con todo lujo de detalle sobre ferias de turismo en alemania y a nivel mundial, he calculado en Google la distancia de nuestros hoteles con los puntos más importantes de Berlín, he hecho tablas de Excel que sumen, resten y multipliquen cantidades para un inventario, he ordenado papeles en carpetas, he limpiado y he hecho la mudanza de tres despachos. También he empaquetado unas 70 agendas con papel de Navidad, y he visitado durante dos días clientes con mis compañeros para darle el presente de la empresa y desearle buenos deseos y... y... y ¿de resto? Y de resto he estudiado en la oficina. 

La última semana he hecho huelga y no he preguntado "qué" tienen para mí, sólo he esperado a que NADA pase, y simplemente he aprovechado el tiempo con mis cosas de la universidad mientras gente entra y sale del despacho donde me siento.

Mi cabeza de vueltas día y noche, me machaca cual diablo envenenado sobre si esto es lo que quiero. Si me pido una baja la última semana, o las dos últimas. De cómo voy a pedirme una baja. ¿lumbago, el dedo del pie que todavía me molesta, una gripe, la verdad? O si aguanto hasta el final para acabar bien. Si me espero a que venga la nueva jefa de marketing que empieza en diciembre, y que a lo mejor nos da trabajo y todavía tengo posibilidades de aprender algo...

Y, finalmente este miércoles, la gota que colma el vaso.
- Jefe de Mk.: "Hola chicas. Frau Makeswaran, usted está hasta finales de diciembre, ¿verdad? y usted Frau Navarro, hasta el 15 de diciembre, ¿cierto? Tengo una noticia para ustedes: las oficinas de la Central se tienen que cambiar de edificio... y por tanto hay que hacer la mudanza de todas las cosas. El viernes van a comprar cartones y a partir del lunes empiezan a empacar". 

Mastico mi rabio, mientras respiro hondo, asiento con la cabeza y le miro fijamente. No me lo puedo creer. Pero es lo que me faltaba para dar el paso que me rondaba por la cabeza: me voy a pedir la baja de las dos últimas semanas, sí o sí.

Cinco minutos después, el jefe de marketing me llama a parte. Yo pienso que me va a preguntar porque estoy tan seria o de tan mal humor. Pero, cual no es mi sorpresa, que me ofrece un nuevo puesto de trabajo en otro de los departamentos, el de calidad.
- "Frau Navarro, tenemos una buena impresión de usted, por eso se lo ofrecemos. Es un departamento bonito, no sé si sabe de qué va. Es el que va a los hoteles y chequea que todo está bien, pero también tiene mucha parte de escribir. Redactar los informes y las normas de la casa, y eso sería un poco más difícil".
- "¿Sería con las mismas condiciones de trabajo?".
- "No sé qué condiciones tiene usted... Pero se lo piensa, me dice la próxima semana o la última, y ya después hablamos del contrato". 
Tiene prisa, zanja la conversación rápido. Y me deja a mí con la pregunta en el aire.

Por unos segundos, estoy confusa. Dudo. Pero no me hace falta mucho para volver a la realidad. Mi compañera me recuerda que la chica de prácticas que estaba en ese departamento se la pasaba todo el día sola y haciendo fotocopias. Y vuelvo a recordar las dos semanas de mudanza que quieren que hagamos... ...

Pero ¿¿qué le digo al médico??:
- ¡Lumbago! que te dan dos semanas seguro.
- ¡El ñoño! Es la excusa perfecta, porque ya fuiste al médico. Tu dí que todavía te duele.
- Y de un alemán: "lo mejor es que digas la verdad. Qué es lo que te pasa en el trabajo. Y en principio no te tienen por qué poner ningún problema". 

Sí, mejor la verdad.

Respiro hondo. Va a ser un día intenso... Me cuesta horrores levantarme, pero salto de la cama pensando que hoy puede ser mi último día. Desayuno, y salgo sin maquillarme, para meterme en el papel y que se me vean las ojeras

Voy andando al médico que me queda más cerca de casa, mientras practico mi discurso.
- "Bueno, no sé por dónde empezar... porque la verdad que no me duele en ningún lado. Es un problema del trabajo, llevo un año (...)".  No Elena, empieza con lo que te pasa, que por ahí el tío te corta y no te da tiempo a decirle qué te pasa. No te enrolles.

Empieza de nuevo: "No sé por dónde empezar... porque la verdad que no me duele en ningún lado. No duermo bien, no tengo hambre, tengo ganas de vomitar, estoy de mal humor..." - Ay madre, y si te dicen "¿Señorita me está pidiendo una baja? ¿Usted quién se ha creído?". Qué le digo, pues mire sí. No, no, mejor que le digas que no sabes qué hacer y que vas al médico a ver que es lo que opina él.

"(...) y la verdad que no sé que hacer... porque se supone que estoy en el departamento de ventas y me tienen todo el día limpiando y recogiendo..." - Ay Elena, y si te "abren un expediente", ¿se puede hacer eso?, que llamen a la empresa y que le digan que me he intentado "escaquear"... 

Bueno, si no me la dan en este médico, voy al siguiente que tienes apuntado. Y a último remedio, como última alternativa voy al ortopeda otra vez. Que con el frío este, y antes de ayer que estuviste todo el día con los pies mojados, te está dando el coñazo otra vez...

Elena, como diría tu madre, "parece que vas al matadero". Y es que, la verdad, "tengo cara de cordero degollado...".

Me siento en la sala de espera, intentando leer algo, pero mi cabeza se pierde sola viendo como entran pacientes y salen médicos, y ensayando la retaíla...

"Frau Armas Navarro, sala 1".

- "Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?
- Me voy a derretir de los nervios en la silla..."Pues. no sé por dónde empezar... porque la verdad que no me duele en ningún lado..." Y de pronto, todo el estrés y este sentimiento que he estado reprimiendo me sale sólo, y sin controlarlo, me echo a llorar. Ahora al contrario, intento parar las lágrimas, pero no puedo. No estoy sobreactuando, es cierto que tengo problemas de sueño (¡yo! que siempre duermo como un tronco), que no tengo hambre, que estoy de mal humor y triste, decepcionada. Es cierto que cuento los días para que se acabe esta última etapa sin sentido. No tengo que exagerar porque me siento utilizada e infravalorada... Y hasta que no me siento frente a la médico, no me doy cuenta del peso y la presión que tenía dentro. Me tranquiliza y me dice que me va a dar de baja dos semanas. Que lo que necesito es "tranquilidad", que me tome estas dos semanas de relax, y que si después de dos semanas no estoy mejor que vuelva. 

Me siento avergonzada por los mocos que le he echado a la señora, pero parece que poco a poco todo va saliendo... Y además, no van a ser las únicas lágrimas que suelte en el día. Nada más llegar a casa, en medio shock, sin creerme todavía que he conseguido lo que tantas horas me ha quitado el sueño,  veo a mi compañera y me echo a llorar otra vez...Oh man! Parece que necesito echarlo todo... y me dejo llevar... Así poco a poco me voy haciendo fuerte otra vez, y suelto la mierda para coger energía para el último paso que me queda: ir a la oficina y despedirme.

Aspiro humo, escucho a mi adorado Albinoni para alcanzar ese punto de tranquilidad y fuerza que sólo esta melodía consigue... Intento que no se me note el tembleque de mi mano y aclaro la garganta.

Entrego el papelito mágico, y le pido a mi jefe de marketing cinco minutos.
- "En verdad no tengo mucho tiempo, pero si es importante, por supuesto que tengo cinco minutos para usted."
- "Le quería decir que ya he tomado una decisión sobre la oferta del departamento de calidad, pero lo voy a rechazar. No sólo eso, a partir de hoy no vengo a trabajar más, ya lo he hablado con el departamento de personal".
- "¿Le puedo preguntar por qué?".
- "Usted ya sabe por qué... He estudiado periodismo, estoy estudiando turismo, tengo idiomas y otras cualidades y me la paso limpiando y ordenando carpetas. Y, lo siento, pero mi tiempo de limpiar y hacer agujeros ya se acabó. He aguantado un mes con la esperanza de que las cosas cambiaran. Pero, lo siento, no puedo más. No puedo más. Durante el último mes, he tenido que preguntar diariamente si tienen trabajo para mi. He hecho mucho para estar aquí, para estar en ventas, pero no así".
- "Frau Navarro, también ha hecho otras cosas. No es cierto que sólo ha ordenado, también ha hecho el trabajo de las ferias... (...) Le entiendo, pero entienda usted también nuestra situación. Su incorporación en marketing no estaba prevista, ya hay una compañera y dos practicantes, por eso dijimos que fuera a ventas, que hay mucho trabajo. Lo que justo ha coincidido con que despidieron al jefe de ventas y nadie estaba ahí. Y yo no puedo ocuparme de todo porque es final de año, tenemos que hacer las cuentas de 2013, los eventos de Navidad, ahora entra la nueva jefa de marketing, también la incorporación de los nuevos directores de los dos hoteles en Berlín..."
- "Tiene razón. Yo eso lo sé y lo entiendo. Pero espero que entienda también mi situación. Le he dado muchas vueltas a esta decisión, pero si la tomo, es porque además sé que no va a cambiar".
- "Ciertamente no... La próxima semana con la incorporación de la nueva jefa... y la mudanza..."
- "Yo haría la mudanza si sé que me voy a quedar seis meses más, y sé que existe un objetivo, una posibilidad de tener un proyecto... Pero me voy el 14, y no me aporta nada... Y sé, como usted me dijo, que alguien lo tiene que hacer, pero yo no soy una practicante, tengo 27 años, y yo ya quiero otra cosa. Espero que lo entienda".
- "Ha sido un mal momento, por todo los cambios, porque los practicantes aquí no sólo limpian, pregúntele al compañero de marketing que lleva dos años con nosotros. Ahora, también le digo, that is life. Así es la vida... Hay cosas que pasan, que no están previstas, y que no se pueden preveer. Entiendo como se siente. Pero... Si hubiera venido a principios de enero, las cosas serían distintas. Y si más adelante se lo piensa otra vez, en verano, sí que la situación estará mejor, eso sí, en ventas. Quizás por su formación, el trabajo en marketing se adapta más a usted, pero le digo que no hay vacantes. De todas formas, sí ya tomó la decisión...
- ...
- ...
- Gracias por todo, de todas formas.

Y último paso, adiós a mis compañero:
- "No me sorprende tu decisión"- aunque la cara de mi compañero, cuando le doy la noticia, no dice lo mismo-. "Te vas el 14, y son sólo quince días. Además, no vas a tener ningún proyecto... sólo la mudanza. Es lo que tienes que hacer, sino te llena... hay que buscar otra cosa. A mi novia (que también trabaja en la empresa) le dije lo mismo. Todas las tardes se quejaba en casa y le dije que si no era feliz que buscara otro trabajo. Y bueno, yo tampoco estoy contento, ¡lo que pasa en esta empresa no me ha pasado nunca! pero tengo la esperanza de que con la nueva jefa todo vuelva a la normalidad y que pueda aprender más. Y si no es así, mi contrato es hasta abril..."

- "Ay Elena... te voy a echar de menos..", me dice mi compañera que me ha tomado como su mentora. Y que me tiene un respeto y cariño, que me entraña ternura.

Al final me da pena y todo. Pero ¡dios! ¡¡es como si hubiera vomitado una tonelada de piedras que tenía dentro!! Puede sonar exagerado, pero me siento tan, pero ¡tan bien! De vuelta a casa en bicicleta, hasta la ciudad me parece más bonita. Y dejo, mientras pedaleo, que el aire frío termine de vaciar mi mente y mis neuronas.


Para dar fin a este día, aunque sólo es la una del mediodía, me meto en la cama. Escucho música y dejo que el cansancio típico después del estrés haga su efecto somnífero. Cuando me levante, será como un nuevo día. Empecemos brindando y perdiéndonos en la noche...

18 de noviembre de 2012

La guinda...

Y a punto de cerrar el año... ¡la guinda de las visitas a la capital germana! NATY!!!

Iba a ser un fin de semana escueto ¡pero intenso! ¡¡porque mira que nos cundió!! Sobre todo para hablar, hablar y hablar. ¿Quizá por eso nos miraba tanto la gente? Con estas visitas una se carga las pilas. Como me decías, sister, "qué bueno es tener amigos"...

Porque eso sí, no nos despegamos ni para dormir!! ¡literal! Ahí apretujaditas en 90cm ;)

La primera noche había que coger turno para ponernos al día en vivo y en directo, que nos hacía una falta... La segunda cenita en casa con Jose, Moneiba e Ingo, para después salir de marcha con mis compañeros de trabajo, que me hacía ilusión que conociera a mi gente.
De izquierda a derecha: Franzi, yo, Naty, Ingo y Gina.
Naty con Franzi y su compatriota colombiano, Ingo.

Las niñas.
Y después de disfrutar la noche hasta las tantas... a cargar las pilas con un desayuno ¡a lo grande! (mmmm... ¡me está entrando hambre de sólo pensarlo!)

Listas para pedalear toda la ciudad: Potsdamer Platz, la puerta de Brandenburgo, Alexanderplatz, el barrio judío, ...

Simplemente disfrutando de la ciudad a dos ruedas, ¡como más le gusta a la invitada!, y de nosotras. Porque como Naty ya conocía Berlín, nos pudimos dedicar a la vida disoluta del mirar y comprar, del toquetear todo en las tiendas, de probar e investigar sobre un masajeador de cabeza o una almohada hinchable para la bañera... jajaj!! ¡hubiera sido para grabarnos, tiradas en el suelo o en los sillones del lugar! probando si era cómoda o no...
Compritis aguda.
E inauguramos los mercadillos de Navidad que me recuerdan que ya no queda nada para vernos!!
¡Que no falte el machango verde!

El Oso de la Libertad
Y por supuesto... ¡la foto de rigor!

Y para matar el frío y evitar la gangrena de los dedos (porque con la bici se nos congeló hasta el alma), un chocolate calentito que estaba para morirse. Pero bueno, ¿nos confesamos Naty? ... ... 

No sólo tomamos un chocolate caliente... sino que también pedimos un helado de chocolate y avellanas. Jarl! Sí, sí... han oído bien, ¡¡¡chocolate caliente y helado!!! La cosa es que la chica que nos atendió era una vendedora nata, y no sé como llegamos al punto en que nos dió a probar esos helados italianos que... no nos pudimos resistir!!! jajajajaja!!! ¡¡¡Pero qué bueno estaba!!! ¿Te vienes el próximo finde fea y repetimos?

Bea, ¡te hubiera encantado!

Ñam!
Esto son sólo algunas fotitos de recuerdo, el resto del fin de semana queda en nuestra memoria... Algunas palabras se congelaron en el alfeizar de la ventana, otras se las llevó el viento y otras quedarán siempre en nuestros corazones.


¿A dónde van los besos que no se dan?

No todos se pierden...
¡Un beso para todos!

12 de noviembre de 2012

Cambios, ¡y más cambios!

Me decías Bruder (hermano) que "Dios los cría y ellos se juntan", pero yo ahora le añado: "y el hombre los separa". Pues mi jefe enrollado ¡ha durado menos que un telediario! La misma semana que les escribí sobre mi nuevo trabajo en Ventas se lo cepillaron. Llevaba una semana entera en Dresden, Saranya y yo nos lo encontramos en el garaje (pues íbamos a seguir con nuestro trabajo de espías), le dimos la bienvenida y no lo volvimos a ver más. 

Mi compañero nos dió la noticia de que "a la empresa no le gustaba su forma de trabajar" y como estaba todavía dentro de los seis meses de prueba, lo pueden echar sin motivo aparente. La nueva jefa viene a principios de diciembre. De forma que ahora estamos como en tierra de nadie.

Mi compañero nos controla pero no es el jefe. Y en la cúspide de la pirámide está el jefe de Marketing, pero está en otro departamento/oficina y no se preocupa por nosotras. De forma que entre uno y otro no nos hacen mucho caso... Y todavía estamos esperando (hablo en plural por mi compañera) a que vean en lo que hemos estado trabajando hasta ahora, y así estamos mendigando trabajo para que nos manden algún "nuevo proyecto" como les gusta llamarlo a ellos. "Necesitamos recoger esta habitación, esto se queda aquí, esto va al trastero, esto se manda al hotel de Stuttgart por correo... Esto puede ser un bonito proyecto para el viernes", no pude contenerme una risa... "Bonito" dice...

Además, mi compañero está más raro... El ambiente está espeso en el trabajo, y el buen rollo que habíamos avanzado desde la última vez, ha retrocedido unas cuantas millas... 

Sí, sinceramente pienso más en acabar que en aprovechar, porque nadie nos tiene en cuenta. Así que sí, ya está tomada la decisión: ¡me vuelvo! No es nuevo, pero había dejado una puerta abierta por si me pudiera quedar en este puesto, pero visto lo visto... El billete ya lo tengo desde septiembre, y me lo he comprado sólo de ida. El 19 a Madrid y el 21 a Las Palmas.

El verano ya queda lejos, y los árboles ya están casi pelados. Desde la cocina, ya no se ve la frondosa vista. Hemos pasado de los verdes a los ocres, y ahora a los bracitos desnudos que ven llorar casi todos los días a ese cielo gris que, en esta época del año, se transforma en noche a las cinco y poco de la tarde. Todavía no hace un tiempo gélido, bien al contrario, el fresco es agradable para quitarse las legañas por las mañanas o aminorar una resaca inminente en una madrugada de fiesta.

Y como las estaciones, nosotros también cambiamos. De vida, de rumbo, de destino o de parecer. Mi compañera Katja se mudó el fin de semana pasado a Düsseldorf por un trabajo.
Katja (izquierda) y Jule (derecha).

Pero unos se van y otros vienen. Así que el mismo día que Katja recogió sus maleta, Domi (mi nueva compañera) deshizo las suyas en el cuarto vacío y ya se apoderó de su pequeño huequito con sus carcajadas. En la foto no la van a ver, pero ¡es que es la única que tengo!

Domi es la de la izquierda.
De fondo, algo no cambia, se sigue escuchando la música que sale de los dedos de Jule. Esas notas de piano que siguen embrujando los rincones de este hogar.

Y por cambiar, también se puede cambiar ¡de colchón! Eso tuve que hacer el mes pasado. La chica que me alquiló la primera habitación me dejó su colchón pero se lo tenía que devolver en octubre. Y así hice. Esta vez, el nuevo colchón que conseguí (gracias a José) no lo transporte ni en carrito ni en un Smart, sino en Metro con la ayuda de Albicolchón... 

Va a ser cierto eso que dicen que "el hombre es un animal de costumbre". Este colchón es de 90, no grande como el otro, y durante la primera semana me estuve despertando de madrugada porque estaba en el filo de la cama, a punto de caerme.

De pronto me despierto en la madrugada, la luz de mi cuarto se ha vuelto a encender sola... Hoy paso de levantarme y me escondo debajo de las sábanas hasta volver a pillar el sueño, ese que últimamente se me resiste tanto.

Buenas Noches...

"El cambio es la única cosa inmutable" - Schopenhauer.